Un guardián del Jarillón: Santiago Enrique Matiz ¡La Gente Bacana del CAM!

Gente Bacana

Desde hace quince años, Santiago Enrique Matiz camina el Plan Jarillón como quien recorre un viejo hogar: reconociendo cada curva del río Cauca, cada talud, cada tramo donde la ciudad se juega su futuro. Lo hace con la serenidad de quien ha visto transformarse el territorio y también su propia vida.

Llegó a la Secretaría de Infraestructura en 2010. Empezó como obrero, con botas nuevas y manos listas para aprender. Con el tiempo, su ingenio y disciplina lo llevaron a convertirse en cabo de cuadrilla. Hoy, desde el grupo operativo del Plan Jarillón, patrulla el territorio para asegurarse de que lo construido se mantenga, de que los terrenos recuperados no vuelvan a ser ocupados, de que el trabajo de tantos no se diluya con el paso de los días. “Aquí uno tiene que cuidar como si fuera de uno”, suele decir.

Pero la historia de Santiago no solo se escribe entre máquinas y recorridos. También se escribe en silencio, en la fe. Fue la enfermedad de su hija la que lo empujó a un camino distinto: nueve años de estudio en el seminario bíblico de la Asamblea de Dios. Allí entendió —como él mismo cuenta— que la esperanza puede ser un motor tan fuerte como cualquier herramienta. Desde entonces, combina jornadas de campo con lecturas espirituales, convencido de que cada día trae un propósito.

Fuera del trabajo, Santiago encuentra su refugio en la familia. Los domingos son intocables: almuerzos largos, el sabor de lo casero, risas que llenan la sala y juegos que se repiten desde hace años. Para él, esos rituales sencillos son los que sostienen el alma y mantienen unida a la gente que de verdad importa.

 

Ahora sueña con abrir su propio taller y seguir aportando desde lo que sabe hacer: trabajar bien, trabajar parejo. Se emociona al ver crecer los colegios de su comuna y sueña con más espacios para que los niños puedan aprender, jugar y soñar. Porque Santiago está convencido de algo: que el futuro de Cali se construye con manos honestas y con propósito, y que incluso el esfuerzo más pequeño tiene la fuerza de transformar una vida.

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